COLEGIO OFICIAL DE INGENIEROS AGRÓNOMOS DE LEVANTE

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Foto: ©Milena Villalba

El aprendizaje de la DANA 2024: la aportación del COIAL

La Depresión Aislada en Niveles Altos (DANA) que azotó la Comunidad Valenciana el 29 de octubre de 2024 dejó tras de sí un paisaje de destrucción que no se borrará fácilmente de la memoria colectiva. En apenas unas horas, los sistemas biológicos de nuestro territorio se vieron sometidos a una presión extrema. Pero también dejó algo más: la certeza de que es imprescindible aprender, sistematizar y transformar nuestros recursos e infraestructuras para ofrecer una respuesta coordinada, rápida y efectiva ante catástrofes de este calibre. Esa es la razón por la que el Colegio Oficial de Ingenieros Agrónomos de Levante ha elaborado un informe cuya voluntad pasa por compartir la experiencia, pero también y sobre todo, por elaborar un catálogo de medidas que abran un camino hacia la resiliencia.

A continuación, presentamos un resumen del citado informe que, en ningún caso, pretende constituirse como un inventario exhaustivo de daños. Tampoco busca repetir lo que otros colegios ya han expuesto con acierto.

Riesgos biológicos: una amenaza silenciosa

Uno de los primeros problemas que hubo que afrontar tras la DANA fue la mortandad masiva de animales, ya fuese ganado o mascotas, así como la gestión de toneladas de productos agrarios y alimentarios que quedaron inservibles, dos fenómenos que generaban un riesgo sanitario evidente. La Conselleria de Agricultura actuó con eficacia en lo que respecta a la gestión de la sanidad animal, pero la dependencia de un único gestor autorizado evidenció una fragilidad estructural.

En ese sentido, nuestra propuesta es clara: crear protocolos de alerta temprana, apostar por la diversificación de operadores, establecer zonas de acopio temporal seguras, implantar tecnologías para la valorización energética de estos residuos para su destrucción final y fomentar un uso inteligente de los registros de animales (como el RIVIA) integrados en sistemas de información georreferenciada que permitan anticipar riesgos. Son medidas discretas, pero fundamentales para que una crisis como la vivida no derive en emergencia sanitaria.

Lodos y sedimentos: de la incertidumbre a la innovación técnica

Quizá el campo donde más visible fue la aportación del COIAL es el de los lodos. Tras el funesto episodio climático, amplias superficies quedaron cubiertas de sedimentos de origen incierto. El problema era técnico y jurídico a la vez: no existía protocolo para actuar ante una situación de esas características ni una clasificación previa a la que atenerse.

El Colegio elaboró de urgencia un modelo de muestreo e inferencia secuencial y acopios controlados que permitió actuar dentro de unos marcos de seguridad razonables y con la premura que exigía el trágico escenario. Este procedimiento, aplicado en campo, ha demostrado ser viable, escalable y replicable lo que nos faculta para proponer su institucionalización y su incorporación a la normativa.

Además de la implantación de este modelo de respuesta, debemos preocuparnos por anticipar los problemas y mitigar, en la medida de lo posible, las terribles consecuencias de estos desastres climáticos. Para ello sería deseable prever en los planes de ordenación del territorio qué zonas se destinarán al acopio temporal, así como crear una red de vertederos diferenciados por tipología de lodo y, ya en la esfera normativa, ordenar el uso de estos lodos y fangos en función de sus características.

Estas acciones no son sólo útiles para paliar las consecuencias de las avenidas e inundaciones, sino que también nos permiten adelantarnos a escenarios previsibles impulsado medidas como el dragado en la Albufera o de las zonas húmedas, acciones de mantenimiento en infraestructuras hidráulicas u obras con generación de sedimentos potencialmente reutilizables.

Residuos no biológicos: el cuello de botella invisible

La gestión de enseres domésticos, restos industriales o vegetación arrastrada supuso otro de los grandes retos que hubo que enfrentar tras las DANA. La escasez de zonas de acopio temporal, la ausencia de protocolos claros y la falta de una normativa de emergencia para residuos mixtos se elevaron como tres grandes obstáculos que no hicieron sino incrementar las dificultades y retrasar unas actuaciones cuyo grado de efectividad dependía de la inmediatez.

De este triple fallo sistémico deberíamos aprender una lección crucial: la recuperación de la normalidad no depende sólo de reparar, sino de la rapidez a la hora de retirar los residuos y de iniciar los debidos procesos de tratamiento. De lo contrario, la percepción social de abandono se multiplica.

Nuestra propuesta, que pasa por planificar con antelación y prever los posibles escenarios, implica crear zonas de acopio provisional y transferencia, disponer de contratos preactivables con gestores y apostar por infraestructuras de valorización energética. El objetivo es doble: articular sistemas de prevención que eviten la saturación de vertederos y garantizar una respuesta contundente y rápida frente a la adversidad

Infraestructuras rurales y sanidad vegetal: los grandes olvidados

La DANA no sólo arrasó parcelas, también dañó caminos, redes de riego, líneas eléctricas y demás infraestructuras productivas. Y con ello, puso en evidencia que no existe un inventario actualizado de infraestructuras rurales ni criterios de priorización a la hora de establecer una relación de intervenciones.

Ante esta tesitura, planteamos la creación de un sistema de información geográfica de infraestructuras agrarias críticas y la formación de grupos de intervención rápida, integrados en los planes de protección civil.

Dicho esto, convendría prestar atención al impacto fitosanitario post-catástrofe. Nuestra propuesta pasa por constituir un grupo técnico de sanidad vegetal de emergencia, con capacidad de diagnóstico rápido que, además, permita proporcionar recomendaciones inmediatas para cada cultivo y comarca. Una herramienta imprescindible para reducir pérdidas y reforzar la resiliencia.

Valoración de daños: hacia un modelo consolidado

Uno de los déficits más graves al que hubo que hacer frente tras el colapso climático del pasado octubre de 2024 lo encontramos en la falta de herramientas homogéneas para valorar los daños en explotaciones. Mientras Agroseguro mostró solvencia en la peritación de cosechas, en lo referente a las infraestructuras agrarias se carecía de herramientas adecuadas.

El COIAL, a través de un convenio con TRAGSA, desarrolló y aplicó con éxito una metodología propia de valoración de daños, utilizada en miles de expedientes. Este sistema garantiza objetividad, homogeneidad y rigor técnico.

El futuro pasa por consolidar esta herramienta y conectarla con plataformas de observación remota y modelos predictivos. Y, sobre todo, por vincular directamente la valoración técnica con la tramitación de ayudas públicas, eliminando un caudal de burocracia innecesaria que ralentiza los procesos y demora las soluciones.

Biosistemas y restauración: el territorio como defensa

La DANA nos recordó que el suelo fértil no es un recurso renovable. Su pérdida en zonas de cabecera y su acumulación en zonas bajas exige nuevas políticas de gestión que permitan recuperarlo para funciones biosistémicas.

La Albufera merece un capítulo aparte: actuó como balsa de laminación y evitó una catástrofe mayor, pero sufrió una presión sin precedentes, de ahí que aboguemos porque se practiquen dragados ecológicos. Por otro lado, atendiendo a la red hidrológica y de los recursos hídricos desde la óptica de los sistemas biológicos, es necesario realizar una gestión de la biomasa y la biodiversidad en cauces y hacer una apuesta clara y decidida por gestionar la totalidad de las aguas regeneradas.

Del mismo modo, urge recuperar nuestro mosaico agroforestal, hoy degradado tanto por el abandono como por la falta de relevo generacional. Bancales, cultivos de montaña y terrazas no son reliquias: son estructuras con funciones biofísicas que han permitido que el territorio se conserve a lo largo de los siglos, una conquista que no deberíamos despreciar y que conviene preservar a toda costa.

Logística alimentaria: resistencia vs. colapso

La ciudad de Valencia quedó aislada por carretera, pero no sufrió desabastecimiento. La red mallada de distribución alimentaria demostró su buen funcionamiento y Mercavalència se erigió como una infraestructura crítica y resiliente.

En cambio, en las zonas rurales se produjo un desabastecimiento grave, tanto que fue necesario recurrir a ONGs y a cocinas de emergencia para socorrer a la ciudadanía. Esto no puede repetirse.

Para evitarlo, proponemos la creación de un Plan de Alimentación de Emergencia, con catálogos de raciones, centros de acopio y coordinación público-privada. Una red logística frente a las crisis agroalimentarias inspirada en los sistemas de emergencias sanitarias.

Reconfiguración agraria: la oportunidad tras la catástrofe

El abandono agrario, el minifundismo extremo y la fragmentación territorial son las causas de nuestra vulnerabilidad estructural. La DANA lo puso en evidencia. De ahí la necesidad de activar todas las herramientas técnicas, económicas y administrativas (entre las que está la Ley de Estructuras Agrarias y todos los avances técnicos al respecto de la reconfiguración parcelaria) para alcanzar explotaciones viables. El objetivo no debe ser recuperar parcelas inviables, sino construir un tejido agrario robusto, sostenible y moderno.

Conclusión: hacia una resiliencia agroterritorial

La DANA de 2024 fue un golpe duro, pero también un catalizador. El informe del COIAL muestra que de la adversidad puede surgir un camino de transformación. En lo referente a la gestión de riesgos hemos aprendido que tan importante es reparar como anticipar. Que el suelo, el agua, la sanidad vegetal y la logística alimentaria son, también, activos críticos. Y que sólo con gobernanza (previsión, capacidad de reacción, evaluación y seguimiento), ingeniería, ciencia y colaboración podremos construir una resiliencia real.

Este es el mensaje que el Colegio de Ingenieros Agrónomos de Levante aporta al Seminario Espacio Catarsis: una visión técnica, transversal y con propuestas concretas, que complementa lo ya expresado por otros colegios y que pretende abrir un horizonte de futuro.

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